Pocas horas después de que Facebook anunciara la integración de las políticas de privacidad en Whatsapp, Telegram disparaba en 25 millones su base de usuarios. Con ese paso, la app de Pavel Dúrov tocaba los 500 millones, vislumbrando el nivel de la competencia.
Esta aplicación de mensajería, pese a tener un origen de tintes políticos, ha terminado convirtiéndose en el principal rival de la gran referencia del sector; un combatiente que con el paso del tiempo ha sabido encontrar sus propios valores.
Y es que, la Telegram que nació a finales de 2013 como respuesta a la censura del gobierno ruso poco tiene que ver con la app actual a la que acuden miles de usuarios como respuesta de fuga al imperio de Facebook.
De hecho, muchas de las novedades que ha terminado añadiendo WhatsApp con los años, son funciones que previamente ya había inaugurado la plataforma rusa con otras formas y nombres. ¿Cuál es mejor?
La respuesta no es nada sencilla, y casi siempre termina en un “depende”. Hoy en Llamaya volvemos sobre Telegram, no para compararla con su competencia, sino para detallar algunos de sus secretos más valiosos.
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Uno de los motivos que suelen mencionar los usuarios para pasar de WhatsApp a Telegram es la preocupación por la privacidad. En ese sentido, este mismo 2021 la app rusa dio un gran paso al frente para seguir ganando adeptos.
El pasado abril los hermanos Dúrov sorprendieron presentando la versión APK de la aplicación. Esta, que se puede descargar [desde su web], no está bajo las normativas y políticas que impone Google para todo el software de la tienda. ¿Qué significa?
Aunque en apariencia es igual a la versión de la Play Store, esta APK se actualiza automáticamente sin pasar por la tienda y tiene muchas menos restricciones. Con ella no tendrás ni que dar permisos especiales a llamadas y SMS, ni utilizar el sistema de pagos de la propia Google.
Sigue perdiendo cuando se cruza el factor de los contactos —todos en una misma plataforma— pero de forma objetiva Telegram ofrece muchas más posibilidades a los usuarios. La más particular, quizás, sean los bots.
La app ofrece dos vías para automatizar parte de sus funciones y una de ella son estos mencionados bots. En la práctica funcionan como una suerte de accesos directos personalizados que funcionan como menciones en los chats.
Solo tienes que buscar al que quieras, abrir una conversación con él, y escribir lo que quieres buscar o hacer. La función del bot depende de la red social o herramienta a la que haga referencia. Desde Xataka ofrecen una pequeña lista de los más interesantes:
Resulta increíblemente útil cuando recibimos una gran cantidad de mensajes diarios y queremos reducir el uso de la app. Es decir, solo mirar Telegram cuando el contacto es importante. Para eso podemos personalizar las notificaciones.
Es una posibilidad que también está en WhatsApp y que aquí se repite con alguna que otra opción extra. Para ello, cuando estés dentro de un chat pulsa sobre el nombre de la otra persona en la parte superior de la pantalla, y selecciona Notificaciones.
Aquí verás un menú con opciones para activar o desactivar estos avisos (en Personalizar) y un comando para Activar notificaciones personalizadas. Elige el tono y hasta el tipo de vibración, pero recuerda que la configuración solo se aplica a cada contacto por individual.
Es uno de los trucos más particulares de Telegram: autodestruir tu perfil de forma programada. Esto resulta práctico cuando sabemos que vamos a pasar periodos largos de tiempo sin utilizar la app, y no queremos dejar nuestros datos desprotegidos.
En esencia, consiste en activar una cuenta atrás interna, tras la cual el software eliminará el perfil sin necesidad de que vuelvas a registrarte. Eso sí, ten cuidado porque también desaparecerán tanto los mensajes como las conversaciones asociadas.
Entra en el menú de la derecha de la pantalla principal, accede a Ajustes y ahí entra en Privacidad y Seguridad. La pantalla mostrará una sección llamada Avanzados, y en ella se desplegará la opción que buscamos: Eliminar mi cuenta si estoy fuera.
Lo más interesante es que Telegram te permite fijar un periodo de tiempo concreto. A saber, uno, tres, seis o doce meses. Antes de activarlo recuerda la advertencia que hemos mencionado anteriormente.
Lo han hecho prácticamente todos los usuarios de WhatsApp en algún momento: creas un grupo con ayuda de un amigo o familiar, y le pides que se salga para quedarte tu solo y poder tener un chat privado.
En Telegram no es necesaria tanta parafernalia para llegar hasta ese mismo punto. Basta con entrar en el menú desde la pantalla principal y seleccionar Mensajes guardados. Esto no es otra cosa que un chat contigo mismo.
¿Y para qué necesitas esto? La solución es útil para enviar enlaces que no queremos perder, guardar imágenes que necesitaremos dentro de poco, o lo más interesante de todo: pasar archivos del móvil al ordenador de una forma rápida (entrando en la versión de escritorio).
Recuerda que todo lo enviado se eliminará si borras la cuenta, y que Telegram ofrece un almacenamiento infinito para que envíes y almacenes todo lo que quieras.
Por si no fuera ya suficiente la perfeccionada autenticación de Telegram, la app además ofrece la posibilidad de cifrar chats con contraseña. ¿Te has dejado el móvil en el restaurante? ¿No quieres que lo lean tus padres o tu pareja? Es bien sencillo.
Entra de nuevo en Ajustes, Privacidad y Seguridad, y ahí en Código de Acceso. La app permite ajustar bloqueos o bien mediante código PIN —el mismo que ya conoces para encender el teléfono— o bien a través de la huella digital.
Con Telegram, además de chats y grupos, podrás bloquear capturas de pantalla. Sí, tal y como lo oyes. En dicho caso, claro, hablamos solo de una protección temporal y automática. Se activa desde el mismo apartado.
A Telegram le sucede lo mismo que a WhatsApp y a otras muchas aplicaciones con funciones sociales (compartir, comentar, retuitear, etc): la temida compresión de imágenes. Esto, pensado para aligerar el rendimiento de los softwares, estropea las fotos de forma muy molesta.
Por suerte los hermanos Dúrov ofrecen una solución que por el momento no se ha visto en la competencia. ¿En qué consiste? En nada más y nada menos que la posibilidad de enviar imágenes sin comprimir.
Se consigue engañando a la aplicación para que envíe las fotos, no como imágenes propiamente dichas, sino como archivos. Con ello se evita esta pérdida de calidad y se asegura que llegue con el mismo resultado al receptor del mensaje.
Si estás en móvil, selecciona el botón de compartir (con forma de clip) en una conversación, y en lugar de pulsar directamente sobre la imagen que quieres, escoge la opción de “Archivo”.
Para encontrar la imagen tendrás que navegar por el explorador de archivos interno del teléfono, y sí es algo molesto. Pero a cambio podrás enviar la foto sin compresión seleccionando “compartir” desde este apartado.
Si estás en la versión de escritorio todo es mucho más sencillo. Lo único que tienes que hacer es elegir enviar la imagen como archivo cuando estés seleccionándola: el programa te mostrará directamente la opción.
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