Cada vez es más habitual pagar con el móvil y, por eso, hoy te vamos a contar qué es el NFC y para qué sirve en smartphones.
Aunque el pago con el móvil sea una de sus aplicaciones más frecuentes, la verdad es el que el NFC tiene muchos más usos. Conocerlos hará que le saques más partido a tus dispositivos, así que ¡vamos allá!
Puede que te preguntes cómo de moderno tiene que ser tu móvil para que admita tecnología NFC. Responder a esto, a priori, es muy sencillo: si tu móvil se puede considerar "smartphone" es muy posible que soporte el NCF y puedas hacer muchas cosas con él.
Ten en cuenta que se considera smartphone a todos los dispositivos capaces de llamar en modo teléfono pero con funcionalidades adicionales. Entre las más frecuentes: hacer fotos, emitir alarmas o recordatorios, ejecutar aplicaciones como Whatsapp o acceder al correo electrónico.
Por lo tanto, los antiguos móviles que solo llamaban y enviaban SMS no incorporan NFC como norma general. De este modo, nos quedaremos con la idea de que el NFC solo está en los smartphones.
Así que, si tienes un móvil relativamente reciente, seguramente será un móvil con conectividad NFC. Pero la verdad es que, a pesar de estar tan asentada, al hablar de conectividad móvil, siempre suele quedar fuera de la conversación el NFC.
Siendo un método inalámbrico que sobrepasa el uso del Bluetooth y la utilidad del Wi-fi, se comenta menos, entre otras cosas, porque su aplicación depende no solo de tu smartphone, sino del desarrollo tecnológico que haya en los lugares en los que potencialmente podrías aprovecharlo.
Ideado a principios de siglo, y popularizado a partir del año 2004, el NFC, o Near Field Communication, es una tecnología de comunicación inalámbrica de alta frecuencia que permite a a un móvil intercambiar información con otro dispositivo que esté muy próximo. Como el Bluetooth, pero mucho más potente desde el punto de vista tecnológico y de sus posibles aplicaciones.
A diferencia de otros métodos de conexión más populares, el NFC funciona en la banda de frecuencia de los 13.56 MHz, y tiene un rango de acción increíblemente corto; de entre 10 y 15 centímetros. Esto da un plus de seguridad: para que los datos pasen de un dispositivo a otro vía NFC, ambos tienen que estar realmente cerca y eso, como norma general, significa que las dos partes involucradas en la transacción están de acuerdo en hacerla.
Curiosamente, la tecnología NFC deriva de las etiquetas RFID instaladas en sistemas de seguridad y control de acceso de los metros, y se trata de una plataforma abierta que siempre estuvo pensada en un origen para los teléfonos móviles.
Aquí un apunte importante: muchos de los desarrollos que han hecho que los smartphones sean como son a día de hoy, no habían sido originalmente concebidas para el uso en dispositivos móviles y llegaron a ellos casi por casualidad. Por lo contrario, el NFC sí que parte como una solución para mejorar la conectividad de los móviles y su experiencia de uso.
Sin embargo, podemos atrevernos a decirte que usas el NFC casi todos los días, ya que tu dispositivo lo activa y desactiva constantemente sin solicitarlo. ¿Es realmente tan importante? La respuesta es afirmativa, y no solo para los usuarios, sino también para las empresas. Los usos del NFC apuntalan soluciones muy efectivas, económicas y seguras para negocios que involucren transacciones con dinero o datos.
El NFC opera a través de un campo electromagnético de inducción, que sirve de matriz para que transiten los datos entre los dos dispositivos. Esto limita el poder de alcance, pero amplifica la velocidad de transferencia hasta los 424 Kbps.
Se trata de un emparejamiento casi instantáneo que no ha tardado en conquistar los sistemas de validación de las empresas, y algunos mecanismos de seguridad en zonas de alta afluencia de personas.
Ahora bien, no todo el NFC es igual. Existen dos tipos de esta tecnología NFC, en función del papel que cumple cada uno de los interlocutores del proceso.
Se produce cuando ambos dispositivos cuentan con fuentes de energía propias, y, por lo tanto, generan campos de electromagnéticos para intercambiar la información. Es habitual en los sistemas de identificación.
Aunque su objetivo es el mismo, este tipo de conectividad se produce cuando uno de los dos dispositivos no cuenta con fuente de energía propia. En este caso el que sí la posee debe crear el campo electromagnético, y mediante la modulación de la carga se procede al intercambio.
Aunque lleva presente en el sector más de una década, su implantación no ha sido homogénea. Algunas compañías, reticentes a ceder parte de la conectividad de sus productos, se negaron durante años a incluirla en los terminales.
En el caso de los aparatos de la manzana, todos los modelos a partir del iPhone 7 cuentan con la tecnología de forma nativa. El SO iOS 11 permitió ampliar el uso del NFC a otras apps no pertenecientes a la marca matriz.
En modelos previos, como el 6, el 6 plus o el 6s, solo se puede utilizar el NFC con Apple Pay, la propia aplicación de la compañía, que ya viene preinstalada en todos los terminales de la serie.
¿Y qué ocurre en Android? En estos terminales la tecnología cuenta con un apartado propio dentro del software, aunque su ruta varía en función de la capa de personalización y del grado de modificación que el fabricante aplique sobre el SO nativo.
Lo más habitual es que solo haya que localizar el símbolo del NFC (una N con con una serigrafía particular). En algunos casos muy concretos, es necesario buscar esta opción dentro de los Ajustes del sistema; Conexiones inalámbricas y redes > Más/Dispositivos conectados>NFC.
Los estudios demostraban que la llegada de un sistema masivo basado en NFC tendría una gran aceptación entre los usuarios. En 2010 se llevó a cabo una prueba piloto de pagos en comercios en la ciudad de Sitges, y se comprobó que 1 de cada 6 compras se realizaron mediante este sistema.
Solo un año después de aquella prueba piloto, el gigante del buscador presentaría Google Wallet, un sistema de pago móvil que permitía evitar el uso tanto de metálico como de tarjetas en las compras del día a día. El sistema, sin embargo, se limitó al territorio norteamericano.
Hubo que esperar hasta el 2012 para que sistemas como Visa o MasterCard dieran un paso al frente permitiendo la implantación de las tarjetas Contactless; tecnología basada también en NFC.
Casi una década después, los esfuerzos están depositados en unificar la arquitectura del propio Google Wallet con el de las Contactless, para desterrar para siempre el dominio de las tarjetas físicas de los bancos.
Por eso ahora es posible acercar nuestro teléfono móvil a un datáfono para pagar cualquier producto o servicio.
Las empresas, y especialmente las pymes, han detectado las ventajas de este sistema frente a los tradicionales. La aparición de Google Pay, Samsung Pay, Vodafone Wallet, Orange Cash, el Famoso Bizum, o incluso Masterpass, son buena muestra de ello.
Un uso más reciente del NFC tiene que ver con la opción de operar con tu móvil en un cajero electrónico, ya sea para identificarte o para sacar dinero del cajero con el móvil. En este contexto, el móvil hace las veces de una tarjeta bancaria física de las de toda la vida.
Si tienes el DNI electrónico, es muy posible que puedas leer su información con tu móvil vía NFC. Necesitarás una app para ello, como la DNIe Lectura Datos que damos por segura al ser proporcionada por el gobierno. Así podrás identificarte y hacer algunas gestiones ante la administración pública.
Gracias a los llaveros o etiquetas NFC podrás configurar tu móvil para que ejecute una acción concreta al leer dicha etiqueta. Por ejemplo, iniciar una aplicación de música en streaming, conectarse a una red Wi-Fi o emitir un comando sincronizado con un asistente de voz.
Suele ser necesario descargar alguna app para tu smartphone que te ayude a completar este proceso, pero no será difícil encontrar alguna en las tiendas de iOS o Android.
La joya de la corona en cuanto a usos del NFC es sincronizar dispositivos. Desde auriculares hasta transferir datos como música o imágenes entre tu móvil y otro hardware, o bien, pagar con tu smartwatch al acercarlo a un TPV, todo esto en menos de un segundo.
No es la funcionalidad más conocida ni tampoco la más común, pero algunos coches de alta gama y, sobre todo, muuuuuchos coches de concepto, permiten configurar su ordenador para reconocer tu móvil a través del NFC, para que tu smartphone funcione como una llave y puedas abrir el coche con el móvil.
Guiándonos por lo que ha ocurrido desde su creación hasta ahora, podemos considerar que en el futuro el NFC seguirá ampliando su red de servicios.
Seguramente, con el avance de esta tecnología y nuestra propia capacidad de informarnos y aprender, el gran cambio que viviremos próximamente es que seremos más conscientes de cómo aprovechar el NFC.
Cada vez son más los usuarios que demandan esta conectividad en smartwatches y pulseras de actividad. Y las propias entidades financieras han hecho grandes esfuerzos por sustituir sus tarjetas tradicionales por otras con chip.
Además, la pandemia del Covid-19 puso en su mayor auge el pago sin contacto, desplazando el uso de billetes y tarjetas de pin, lo que llevó a que muchas personas no habituadas a pagar con el móvil o aproximando la tarjeta bancaria, aprendieran a hacerlo y conocieran de primera mano esta aplicación tan cotidiana del NFC.
Podemos decir que la mesa está más que servida para el NFC y el curso natural es que su uso se popularice cada vez más hasta dejar de ser visto como una novedad e integrarse en nuestro día a día, como ya ocurrido con los propios smartphones o con apps como Whatsapp.