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Los mejores regalos tecnológicos para regalar en el Dia del padre
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Hace años que los famosos wearables llegaron a nuestras vidas. Los gadgets más populares de esta familia de productos son las smartband y los smartwatch. Ambos productos tienen en su ADN un fuerte carácter deportivo y fomentan una vida saludable. Es por ese motivo que cuentan con muchas funciones relacionadas con el control de la salud. Casi todas las marcas dedicadas a la electrónica de consumo cuentan con alguno de estos productos en su portfolio, llámese Galaxy Watch, Fitbit Charge o Xiaomi Mi Band.
Por ese motivo encontramos funciones como la medición de la frecuencia cardíaca, el oxígeno en sangre o incluso la medición de estrés. Sin embargo, prácticamente todas tienen una función en común muy útil y que muchos usuarios se preguntan cómo funciona: la medición del sueño nocturno. Estos wearables son capaces de monitorizar nuestra actividad de descanso y ofrecernos un informe al día siguiente, evaluando la calidad de nuestro sueño. ¿Pero, cómo funciona este sistema y cómo sabe qué hemos descansado más o menos por las noches?
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Antes de analizar esto que no es cosa de magia ni mucho menos, sino una sucesión de elementos tecnológicos en conjunto, conviene recordar que al dormir, nuestro cuerpo suele atravesar varios ciclos de sueño que duran 90 minutos de media. En cada ciclo, vamos cambiando entre dos tipos de sueño: sueño ligero y sueño profundo. El sueño ligero suele alternarse entre la fase con y sin movimientos REM (movimientos oculares rápidos).
Por su parte, el sueño con movimientos oculares rápidos (REM), es la fase asociada a los sueños de mayor intensidad o sueño profundo. Los periodos de sueño REM son, en general, mayores a medida que avanza la noche. Durante un ciclo de sueño, lo más habitual es pasar del sueño ligero al profundo, volver al ligero y, a continuación, adentrarse en la fase REM. El ciclo se suele repetir, pero los patrones de sueño varían de forma natural.
La propia Fitbit ha revelado el secreto del funcionamiento del Modo Sueño en sus productos, que son comunes a muchos otros dispositivos. Lo primero que hay que tener en cuenta es que la medición precisa y profesional de las fases de sueño, suelen realizase mediante un electroencefalograma, con el que se detecta la actividad cerebral, además de otros sistemas que controlan las actividades ocular y muscular.
En el caso de las pulseras de actividad o relojes inteligentes, lo que se realiza es una estimación de manera más cómoda mediante la conjunción de algunos elementos técnicos disponibles en el dispositivo. Su “magia” está en calcular las fases del sueño mediante una combinación de movimientos y patrones de ritmo cardíaco. Es decir, que si no te has movido durante una hora aproximadamente, el monitor o smartwatch da por hecho que estás dormido.
Los datos adicionales, como el intervalo de tiempo de tus movimientos, que indican un comportamiento de sueño (por ejemplo, darse la vuelta), ayudan a confirmar que estás dormido. Mientras duermes, tu dispositivo monitoriza los cambios del pulso en el ritmo cardíaco, lo que se conoce como "variabilidad del ritmo cardíaco" (HRV, por sus siglas en inglés), que fluctúan mientras vas alternando entre las fases del sueño ligero, sueño profundo y la REM. El dispositivo necesita al menos tres horas de datos para calcular las fases. Esta es la respuesta a los que se preguntan por qué no hay mediciones durante las siestas.
Estas mediciones no serían posibles sin la ayuda de un actímetro, es decir, un acelerómetro que detecta movimientos. Cuando nos despertamos por la mañana y sincronizamos el dispositivo con la aplicación móvil, se usan estos patrones de movimiento y ritmo cardíaco para estimar los ciclos de sueño de esta noche y emitir una valoración. Aunque estos gadgets han alcanzado un nivel de precisión alto, no hace falta recordar que ante cualquier alteración del sueño, falta de descanso y demás, un profesional y no un gadget de consumo, es el más indicado para ofrecernos una valoración precisa.
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