La cuarentena ha multiplicado el número de selfies e instantáneas abstractas, pero en los próximos meses se producirá un efecto contrario. Con el verano a la vuelta de la esquina, el móvil se convierte en una pieza clave de las fotos que posteriormente acabarán en redes sociales.
Si bien se suele asociar al smartphone con cámaras de mala calidad que no merecen la atención de los aficionados y los profesionales, lo cierto es que durante los últimos años las compañías no han dejado de trabajar para aumentar estándares.
Hoy en Llamaya queremos sacar a la luz una serie de conejos y recomendaciones que te permitirán hacer fotografías profesionales con ese aparato que guardas en el bolsillo para hacer llamadas.
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Acostumbrados a que todos los servicios básicos ya estén simplificados al máximo para mejorar la facilidad de uso, muchos usuarios se olvidan de explorar la propia app de la cámara de su teléfono.
No todos los modelos vienen configurados con la mejor calidad posible por cuestiones de ahorro de espacio, ni todos los parámetros permiten evitar los errores más clásicos que se cometen a la hora de tomar una instantánea en un lugar y momento que no invita a la planificación.
Prueba tanto el modo manual como el resto de los apartados que ofrezca el terminal para encontrar la configuración que mejor se ajuste a tus necesidades. Solo con ello es posible que logres mejorar exponencialmente tus tomas.
Parece de Perogrullo, pero en algunas situaciones la mala calidad de la fotografía puede deberse a una mancha sobre la lente. Lo más habitual es que al sujetar el móvil se tienda a poner el dedo encima del objetivo.
Para limpiarla procura utilizar un paño de gafas. Si optar por un pañuelo de papel, ten en cuenta que es posible que, si hay suciedad incrustada, no termine de aclararse la lente correctamente. En caso de emergencia emplea tu propia camiseta y sopla después.
Recuerda que es un proceso que debes repetir siempre que hagas una fotografía con la que quieras destacar, pues la suciedad vuelve una y otra vez.
El principal foco de problemas siempre es la luz. Una artificial siempre arruinará la calidad de la foto sea cual sea el plano que se elija. Lo mismo sucede con el flash, una herramienta práctica que no es apta para las instantáneas que pretenden ser más artísticas.
Evita colocar la cámara de cara al sol, pues eso hará que no se pueda distinguir ni a la persona ni al objeto que se pretende enfocar. Con una buena colocación los colores, las sombras y la definición mejorará automáticamente.
Puedes incluso jugar con los atardeceres, siempre abiertos a grandes fotografías, pero cuidado con abusar del contraluz, moviéndote por el escenario hasta evitarlo.
La gran mayoría de teléfonos móviles de la actualidad ya vienen acompañados de un enfoque manual. Esto permite huir de las clásicas instantáneas desenfocadas o deslumbradas por un punto de fuga incorrecto.
Si estas a contraluz, juega con el enfoque tocando la pantalla hasta encontrar la iluminación adecuada. Y si lo que deseas es centrar la atención sobre un elemento que no esté en primer plano, pincha directamente sobre él.
Se pueden lograr resultados muy buenos jugando con las distancias; acércate mucho a un objeto, y trata de que en el plano aparezcan otros elementos en el fondo (efecto bokeh). Si enfocas al primer objeto, obtendrás una fotografía de resultado profesional.
La fotografía es experimentación, y con las tecnologías actuales no se pierde nada por probar una y otra vez la misma toma para conseguir el resultado deseado. Aunque la cámara en sí misma es importante para ello, igual de valioso es el entorno.
La responsabilidad de una buena foto también la tiene el escenario elegido. ¿Ya estás en un entorno de por sí bello? Busca una esquina particular, o acerca el móvil al suelo para captar una mirada curiosa del momento.
Si estás en ciudad la armonía que transmiten las simetrías de algunas estructuras pueden ser tu gran aliada, y si por el contrario estás en campo, busca los reflejos de los charcos en un día de lluvia, o el amanecer sobre un lago.
Muchas veces no sabemos explicar por qué nos gusta una fotografía, o por qué la odiamos a simple vista. Esto se debe a la composición, y a cómo están repartidos los pesos de la imagen dependiendo de si la instantánea se ha hecho en apaisado o en vertical.
Puedes probar a activar la cuadrícula para tener un mayor control sobre la mencionada composición, pero normalmente es una simple cuestión de intuición; misma cantidad de elementos en el lado opuesto al foco inicial, simetría, equidistancias.
La cuadrícula además te puede ayudar a alinear la cámara con el horizonte, y a centrar los objetos cuando la solución no es tan clara.
Siempre resulta tentador, pero no es lo más indicado si lo que quieres es hacer una buena fotografía. Los filtros alteran tanto la iluminación como los colores, y desmerecen el posible talento y la dedicación que hayas puesto en el trabajo.
Los filtros solo han de ser utilizados cuando con ellos se pretende añadir algún tipo de valor simbólico a la fotografía. Es decir, que transmita algo más allá de la simple imagen que muestra. En este campo menos siempre es más.
En cuanto al zoom, pese a ser útil para acercar algo que está muy lejos, su uso implica una inevitable pérdida de calidad. Si puedes, acércate siempre hacia el objeto que quieres fotografiar.
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