Aunque su uso es habitual en la conversación de calle, lo cierto es que pocas personas conocen exactamente su funcionamiento. Ahora, con la llegada reciente del USB 3.2, parece una buena oportunidad de solventarlo.
El Universal Serial Bus es un estándar para la conectividad, de cuya evolución se pueden conocer los límites que tienen desarrolladores a la hora de innovar y lanzar nuevas tecnologías.
Cada generación del USB determina la velocidad de transmisión, el voltaje, el ancho de banda y el tipo de señal que puede recibir y emitir el dispositivo con el puerto adecuado.
Se trata de un sistema que nació en 1996 con la intención de economizar y estandarizar la conectividad, y que ya se encamina hacia su cuarta generación.
Hoy, no obstante, en Llamaya ponemos el foco sobre el USB 3.2, la versión lanzada en 2019 que sirve como antesala del futuro de la conectividad volcada hacia las demandas del esperado 5G.
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Nomenclaturas extrañas, medidas desconocidas, tecnicismos. El mundo del USB está rodeado de toda clase de barreras que impiden al público general entender su funcionamiento.
Hay que dejar claro que una cosa es el cable USB y otra el puerto; el espacio donde encaja este cable dependiendo del dispositivo y de la decisión del fabricante.
Así, el lanzamiento de nuevas versiones fuerza a las empresas a adaptarse modificando el hardware que la USB-IF, la asociación responsable del protocolo USB, condiciona en base a una serie de controladores.
En el interior del conector existen unos pines que encajan con el formato de cada puerto. Es el número de estos el que varía con el paso de las generaciones, y el que deja obsoletos a los dispositivos.
Cada cable contiene dos ramificaciones internas —conocida como cable de par trenzado— que fija la cantidad de amperaje que puede transmitir. La tensión siempre es de 5V pero su intensidad depende de la versión.
Así era tanto con USB1.0 como con USB 2.0 y actualizaciones; sus dos cables podían emitir y recibir de forma intercalada (half dúplex) y su intensidad de salida era de 500 mAh.
Con la aparición de la tercera generación hace ya más de una década, se aumentó el número de cables internos a cuatro, habilitándose la posibilidad de enviar y recibir simultáneamente (full dúplex). La intensidad aumentaba hasta los 900 mAh.
¿Qué sucede cuando conectas un cable a un dispositivo? Este identifica el dispositivo y da permiso —si es necesario— para que se instale el controlador más indicado dependiendo de su perfil; un software que se encargará de administrar la transferencia de datos.
Para que todo esto pueda suceder el puerto y el cable o periférico USB deben encajar. Y para eso existen distintos tipos de conectores físicos: A, B, mini-A, mini-B, micro-A y micro-B.
La USB-IF decidió clasificar así a la tecnología ante la creciente demanda de empresas y fabricantes. El tipo de dispositivos también crecía y no todos admitirían el mismo tipo de conexión.
Así, el tipo A se popularizó para los ordenadores y portátiles, mientras que el B quedó más restringido a otro tipo de conexiones más específicas. Las versiones micro se popularizarían gracias al avance de la movilidad.
La configuración de la lengüeta y la disposición de los pines determinaba el tipo de conector:
La confusión, no obstante, llegaría junto a la aparición del Tipo C; un conector que marcó un punto claro de distinción entre lo físico y eléctrico y el estándar de cada conector, y que prometía "universalidad".
Se caracteriza por no tener una posición incorrecta. Es decir, por ser totalmente simétrico y poder conectarse de cualquier forma. Se han extendido en el mercado smartphone y en periféricos.
Sin embargo, sus particularidades le hacen compatible con más de un tipo de interfaz (Thunderbolt 3, USB 3.1, 3.2, DisplayPort, SuperMHL o HDMI). El caos llegaría, por tanto, no con el Tipo C, sino con la tercera generación.
El problema parte ya de la distinción entre nombres técnicos y comerciales, y se agravó con el cambio de nomenclatura respectiva a las velocidades.
Por simples cuestiones de marketing, UBS-IF decidió aprovechar la aparición del USB 3.0 para mover nombres y crear nuevas denominaciones.
Fue una decisión que no terminó de calar entre los fabricantes —que se limitaban a especificar la versión con sus velocidades— pero que sí logró confundir a los usuarios.
En realidad, frente a tanta clasificación solo hay que tener claro una cosa: tres tipos de USB con distintas características y distintas compatibilidades.
Hay que tener en cuenta que la tercera generación de USB, a partir de la versión 3.1, es la única retrocompatible: puede ser usada en dispositivos con puertos anteriores, quedando su velocidad limitada a 480 Mbit/s.
Los fabricantes llevan ya varios meses trabajando con esta versión de USB, lanzando sus propios controladores y corrigiendo fallos. Por eso, en la actualidad, es fácil encontrar un dispositivo compatible con ella.
¿Qué ofrece? Nada menos que 20 Gbps de velocidad teórica (2,42 GB/s de transferencia) sobre Type-C. Venía siendo el doble que la anterior versión, y el cuádruple que el USB 2.0.
Esto se consigue gracias a la posibilidad de incluir carriles múltiples dentro del conector y convertirlo en escalable (la tecnología fue originalmente creada para solo poseer un carril).
A más carriles más cables internos y más capacidad de transmisión. Este USB 3.2 permite incluir o dos carriles de 10 Gbps, o dos carriles de 5Gbps cada uno, en función de las necesidades. Es el fabricante el que ahora puede elegir entre:
Que un móvil conectado al cargador tarde más o menos en recuperar la batería no depende de la versión del USB, sino de su tipo. En ese sentido, para conocer el voltaje hay que acudir a las distintas revisiones del Type-C.
Desde 2019 últimas tres versiones dejan el voltaje en 15W o 100W, pensando en las necesidades de cada dispositivo (más potencia no siempre es sinónimo de rapidez).
Estas cifras se han mantenido estables desde hace más de una década porque la USB-IF no ha creído oportuno seguir aumentándolas. Si la velocidad de carga ha mejorado en los últimos años es porque los fabricantes han desarrollado nuevas baterías.
USB-IF es consciente de las elevadas demandas que impondrán los dispositivos del futuro, y por eso ya está trabajando en la siguiente generación de conectores.
El USB 4 fue anunciado a principios de 2019 con una serie de promesas que todavía no se sabe cuándo llegarán exactamente al mercado:
Por otro lado, a nivel más técnico Kingston destaca otras funcionalidades que facilitarán el trabajo de los ingenieros y les abrirá las puertas a una mayor optimización de recursos:
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