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La preocupación por las roturas invita a poner un protector de pantalla, y el miedo los golpes empuja a comprar un protector o carcasa. Pero ¿qué podemos hacer cuando el móvil se ha mojado y ya no funciona?
El mercado ofrece alguna que otra solución que no siempre devuelve buenos resultados. Y para los que no quieren gastarse dinero, Internet siempre tiene fábulas y mitos sin contrastar que ofrecer.
Es cierto que en los últimos años los fabricantes han ido depurando la tecnología, y que en la actualidad los terminales de gama alta ofrecen certificaciones más o menos buenas para resistir al agua (IP67, IP68, IP69). Sin embargo, todas tienen un límite.
La primera idea que se nos podría pasar por la cabeza para solucionar una avería de este tipo es acudir a la garantía, pero las marcas ya se cubren las espaldas para no responder frente a daños causados por agua.
Hoy en Llamaya queremos ofrecer algunas recomendaciones tanto de recuperación como de prevención que sí resultan prácticas a la hora de combatir la humedad dentro de los smartphones.
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Aunque pueda parecer absurdo, tomar según que decisiones después del accidente pueden derivar en la reparación o no del teléfono.
Así por ejemplo, darle golpes, soplarlo o agitarlo tratando de sacar el agua de su interior es un error fatal que solo empeorará la situación. Por eso se recomienda evitar por completo el uso del clásico secador de pelo.
Haciendo esto lo único que conseguirás es mover el líquido hacia componentes que estaban en un principio secos, e incluso llegar a fundir algunos chips sensibles a altas temperaturas. ¿Habías pensado en meterlo en el microondas o en el horno? Ni lo valores.
Tampoco vale la estrategia de “no hacer nada”. Si esperamos a que el agua se seque podríamos estar sentenciado nuestro smartphone a muerte. Lo ideal es revertir el daño lo más rápido posible, y eso pasa por tomar decisiones.
Antes de nada debes prestar atención a cómo está el teléfono: si apagado o encendido. En el primer caso intenta apagarlo y en el segundo dejarlo tal y como está. Cualquier otra salida terminará de destruir el interior del aparato.
“Intentar encender un móvil sumergido puede provocar cortocircuitos que hacen que la reparación sea más difícil, sino imposible”, explica a El País Francisco Javier Sánchez-Romero, CEO de Bemovil.
Tras eso retira la funda y observa si puedes extraer algún componente. En modelos concretos podrás sacar la tarjeta SD, en otros la SIM, y en muchos —más de los deseables— no podrás extraer nada.
Todo lo que puedas separar del hardware principal afectado será tecnología salvada en caso de avería sin retorno. Quedan ya pocos terminales en el mercado que permitan retirar la batería, pero si ese es tu caso, ni lo dudes.
Con los elementos en disposición, llega la hora de secarlos. Coge un paño —si es de microfibras mejor— o alguna toalla de papel y sé todo lo minucioso que puedas. Has de hacerlo con cuidado para no mover el líquido interior.
¿Y ahora qué? En este punto entran en juego tanto mitos como soluciones reales que te permitirán secar el móvil.
Es la leyenda más extendida de la red, y a la que acuden prácticamente todos los usuarios afectados. La teoría no es mala: meter el móvil en arroz y esperar un par de días a que haga efecto absorbiendo toda la humedad.
Ahora bien, no es ni mucho menos infalible. Lo adecuado es hacerlo echando mano también de una bolsa de plástico. Se rellena esta de arroz crudo y se espera una media de dos días con el terminal dentro.
Ten en cuenta que hará más efecto cuanto más desmontado esté el móvil. Usa un destornillador para retirar componentes que vengan acoplados sin posibilidad de extracción. Si al cabo de los días el teléfono no se enciende, entonces es que no ha funcionado.
Pese a que no es un ingrediente/material tan común en todas las casas, prueba a realizar la operación con arena de gato o de playa, gel de sílice o incluso avena. Todas estas opciones absorben la humedad mejor que el arroz.
¿Mojarlo para secarlo? Puede sonar contraintuitivo pero en realidad tiene sentido. El alcohol arrastra todos los líquidos a su paso y se evapora a los pocos minutos de la superficie en la que haya estado.
Vale tanto el de 70 grados como el de 95 o el isopropílico. Probablemente el que tengas en el botiquín de casa sea apto para salvar tu móvil del agua ¿Cómo? Retirando la batería y sumergiéndolo en un recipiente con este mismo alcohol.
Déjalo unos minutos, sácalo y sécalo con mucho cuidado. Para saber si se ha evaporado todo el líquido solo tienes que oler el móvil y buscar rastros de alcohol. Si tras eso el terminal no se enciende, dalo por perdido.
Todos los smartphones llevan en su interior un sensor de humedad —normalmente una pegatina— que cambia de color cuando detecta niveles muy elevados o peligrosos de este elemento.
Al llevar el terminal al fabricante, este rechazará la aplicación de la garantía si el “chivato” da la señal de presencia de líquidos. Es un mecanismo muy sensible del que resulta imposible librarse en la mayoría de situaciones.
De ahí que antes de pensar en la seguridad del arroz o de cualquier otro método, lo más interesante sea apostar por carcasas preparadas para el agua, o directamente por la precaución tradicional.
Es decir, que si vas a manejar algo mojado —la colada, una esponja, una pastilla de jabón, un paraguas, un refresco o cualquier otro líquido, incluso comida con salsa— mantengas el móvil guardado en el bolsillo o alejado de la habitación.
Y no, no te olvides de la lluvia. Creemos que es un peligro menor, pero la mayoría de averías por humedad se deben a la exposición del móvil en días de tormenta. En esos casos ni siquiera la funda especializada te garantiza la seguridad plena.
Para los más temerosos, y quizás inteligentes, también existe la posibilidad de contratar un seguro. La mayoría de las aseguradoras ya cuentan con pólizas específicas para productos tecnológicos, y también para daños de líquidos.
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